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Sentimientos morales

  • JADE
  • 8 nov 2019
  • 1 Min. de lectura

La simpatía es el principio natural por el que los hombres nos interesamos por la suerte de otros.

La simpatía nunca puede llegar a ser perfecta, ya que no podemos ponernos en la piel de otro hombre y sentir lo que él siente, pero se puede aproximar: ponerse en lugar del otro y asumir su situación. El amor propio es compatible con la simpatía, en cambio, el egoísmo es incompatible.

Una teoría muy interesante acerca de esta temática la propuso Adam Smith padre de la economía en donde menciona en sus primeros capítulos una frase muy popular que dice así:

“Por más egoísta quiera suponerse al hombre, evidentemente hay algunos elementos de su naturaleza que lo hacen interesarse en la suerte de los otros de tal modo, que la felicidad de éstos le es necesaria, aunque de ello nada obtenga, a no ser el placer de presenciarla. De esta naturaleza es la lástima o compasión, emoción que experimentamos ante la miseria ajena, ya sea cuando la vemos o cuando se nos obliga a imaginarla de modo particularmente vívido. El que con frecuencia el dolor ajeno nos haga padecer, es un hecho demasiado obvio que no requiere comprobación; porque este sentimiento, al igual que todas las demás pasiones de la naturaleza humana, en modo alguno se limita a los virtuosos y humanos, aunque posiblemente sean éstos los que lo experimenten con la más exquisita sensibilidad. El mayor malhechor, el más endurecido transgresor de las leyes de la sociedad, no carece del todo de ese sentimiento.”

Adam Smith

 
 
 

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